La Estancia
Está enmarcada en un entorno agradable con el contacto con la naturaleza que necesitas.
En el lugar podrás ver una gran variedad de aves, de una laguna natural que surge de un afluente del Río Santa Lucía, playa de arena del mismo río, una cascada natural sobre un manto de piedras en su mayoría geométricas y un monte indígena que refleja la belleza de esta zona del departamento de Florida.
La orilla del río se encuentra bordeada por un espeso monte natural de gran riqueza forestal que junto a su tranquilidad es una cita ineludible para aquellas personas que buscan tranquilidad y paz.
Las aves recorren el paisaje tranquilas, sabiendo que son parte del mismo y que nada ha cambiado con el correr del tiempo.
El creador parece haber detenido el tiempo para permitirnos disfrutar de todo lo bello que en este lugar existe.
Un destino que merecés disfrutar
Sus propietarios Carmen Passarella y Joselo Hernández atienden personalmente a sus huéspedes quienes disfrutan y se alegran en recibir y compartir este estilo de vida que valora el campo y la inmortalidad de lo antiguo.
Si lo que buscas es la conexión con la naturaleza, valorar el paso del tiempo y la tranquilidad, este es el destino ideal para tus próximas vacaciones.
Un gran equipo de gente joven te hará vivir una experiencia de gran nivel para garantizar tu estadía a lo que deseas.
Lo que nos distingue del resto
Nada interrumpe el sonido del agua corriendo entre los guijarros, y algún pez que salta jugueteando con la corriente mansa, le pone el toque distinto a la mañana.
Pasar unas horas o unos días en El Ceibo es trasladarse a la vida de una estancia por el 1800 y tanto; comida casera, cocina a leña, huerta en el fondo, muchos dormitorios, baños grandes, galpones de portones, y techos bajos para entrada de carros y carretas, patio interior protegido por una glicina que ya cumplió sus 150 años.
La casa sirvió durante muchos años de sede a un juzgado que prestaba sus servicios en esa zona de campaña, donde se inscribían nacimientos, se llevaban a cabo casamientos y en algunos domingos se oficiaba misa en el patio central, haciendo que se reuniera la gente de la zona que llegaba para celebrar casamientos, bautismos y misas.
Hace algunos años, se decidió hacer de éste un hogar permanente y volver a dar vida a sus gruesas paredes, ahora con las comodidades del presente pero siempre respetando «su majestuosa antigüedad».
Atendiendo a cumplir con ese deseo, se ha buscado y guardado en la memoria para no dejar morir lo que es parte de la historia del país y reconstruir un pasado de singular valor.